La observación sin juicios

La adecuada disposición para la realización y comprensión de la realidad absoluta de ser implica preferentemente una mente tranquila, sin agitación y sin estar adormecida… una mente que no está planteando juicios, separando unas sensaciones de otras, unas ideas de otras, prefiriendo o descartando en base a un interés personal. Cuando la persona -o consideraciones que sostengo acerca de mi misma- no es importante, sino que ser es importante, todo es reconocido como contenido y reflejo del ser mismo.
Hay una alegoría acerca de un estanque con agua muy tranquila donde se refleja la luna. Se indica que la luna representa la realidad y el agua a la mente que refleja la realidad. Ver el reflejo de la realidad es como ver la luna en el estanque, pero seguiría siendo un reflejo lo que se ve. Es como cuando hay comprensión que filtramos por medio del pensamiento, interpretando la Realidad. La Realidad en sí misma está más allá de la mente y se reconoce de manera directa sin el concurso mental. Es como dejar de ver el reflejo de la luna en el agua, levantar la mirada y observar la luna en el firmamento.
La mente tranquila en el estado de vigilia nos da la oportunidad de entregarnos a observar sin juicios, sin separar lo observado, y sin separar al observador de lo observado. La observación sin juicios se da cuando la mente retorna a su fuente, que equivale a decir que se deja de emitir conceptos para nombrarlo todo, y hay pura conciencia, sin sujeto ni objetos, pura observación en plenitud.
Maria Luisa

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