ELECCIÓN


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Muchas emociones… podría decir que en el ambiente… también decir que el ambiente está en la conciencia y esta es pertenencia solo del Ser… uno sin segundo… Esta última afirmación, porque este es un blog dedicado a reflexiones acerca de la no dualidad… y quiero contar acerca de mi experiencia del proceso electoral recién vivido en Venezuela.
Estoy en Caracas. Aun cuando llevo muchos años sin interesarme en los asuntos de la política, esta es una ocasión en la que no puedo obviar lo importante que es la situación para mi familia y amigos venezolanos, los que siguen viviendo en Venezuela y los que viven en otros países también. El sabor de un Momento esperado por todos los venezolanos.
Mas todo pasa…. como una corriente de aire, como un río, como olas en el mar.
Nos hacemos promesas, proponiendo actos a futuro y muchas veces con un apego intenso, como si la vida dependiera de ello. ¿Cómo poder prometer algo? ¿Cómo cumplir una promesa cuando la corriente del movimiento, de los hechos, es incontrolable?
Nada hay fuera de la conciencia. Todos sus contenidos están ahí… pero no siempre distinguibles. Toda posibilidad de experiencia, sensaciones, emociones, interpretaciones, ideas, definiciones. Algo de fino hay en la atención que ilumina ciertos contenidos conscientes por sobre otros. ¿Qué tan desapegada puede estar esta (la atención) como para poder observar ampliamente todas las posibilidades?
En la amplitud total desaparece el vínculo personal, se diluye la idea separadora, se acaban las preferencias… entonces, ¿cómo elegir?
Me observo metiendo el meñique en tinta indeleble, y queda el sello de haber elegido. He “cumplido”. La familia queda contenta, los amigos no critican, hay evidencia de la acción solidaria y por sobre todo ello se ha llevado a cabo el rol que corresponde, lo que toca.
Aquí en Venezuela hubo un movimiento intenso en pro de generar un cambio político después de muchos años de permanencia de un mismo gobernante. La intención de cambiar estaba allí, en el aire, pero también, junto a ella, estaba la intención de mantener la situación tal cual. Cuando alguien se pronuncia a favor de una intención, supone o espera que tiene la fuerza suficiente para su logro.  ¿Dónde está la amplitud abarcadora que mira la perspectiva completa? Si esto fuera personal y común todos seríamos videntes. Si fuéramos videntes, ¿habría acción con intención? Por otro lado, ¿es posible desligarse de la fuerza de la ola que empuja a que el personaje cumpla con sus roles? El drama personal, es decir, la historia, continúa. Entonces, ¿de qué podemos desprendernos en verdad?
Tres días después de las elecciones, tras haber visto como cada cual asumió la derrota o el triunfo según sus preferencias, pasamos un día delicioso entre familia. Cuando vengo a Venezuela y visito a mi familia, disfruto el contacto completamente, en redondo. Ayer fue un día así, distendido, asumido. Ya no había expectativa, todo había pasado… y por el momento, por el instante, no pasa nada… aquí estamos, conversando, jugando, comentando, mi mamá pintando, mis hijos mostrándome vídeos en su notepad, mi sobrina contando cómo se desenvolvió perfectamente en su rol de cocinera del comando de campaña, mi papá haciendo comentarios políticos transformados a la luz de un resultado visible, sin vuelta atrás (por ahora). Todo pasa y no pasa nada. La vida, a la luz del personaje que encarnamos, es una gama enriquecida de colores, preferencias, experiencias. Sabor de vida. Todo esto acompañado con sabor de pabellón criollo como almuerzo.
La expresión del desapego no estaba presente mientras se hacía la cola para votar. La expectativa en el aire era una vivencia inevitable…. Haya o no haya idea de ser, el nerviosismo, el entusiasmo, el temor, son sensaciones palpables entre la multitud… inevitables.
La preciosa Conciencia omni – abarcante que soy, que somos todos en esencia, está siempre, siempre, eternamente y más allá del tiempo… en el presente activo y continuo, como el mar que sostiene todos los movimientos de sus corrientes, las olas, los procesos y manifestaciones. En plena conciencia del continente de conciencia como Ser real, las diferenciaciones se diluyen, las preferencias, el sentido individual y separado, la expectativa de futuro, lo que pasó y lo que pasará no se distinguen… la perfección está siempre presente. Cuando la conciencia se centraliza como “yo”, queda la obligación inevitable de saborear las diferencias, las preferencias, y apreciar toda la gama de expresiones, porque así es como es… así se manifiesta la conciencia… Y también está la posibilidad del gusto del sabor profundo, intuito, el sabor de ser que sostiene todo esto. Apreciaciones que parecen contradictorias, y sin embargo son simultáneas. Porque esto es lo que hay que comprender: la Conciencia como continente es infinita y sostiene todo, es permanente… en cambio la conciencia centralizada, el yo y sus circunstancias, es la vivencia de la manifestación que ocurre como contenido de conciencia; es cambiante, intermitente y no permanece con una sola definición. Y eso que soy es ambas, sin embargo es no dual porque la esencia es conciencia y nada más, por eso, uno sin segundo.
Maria Luisa

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