Dulce y encantador instante
de conciencia,
punto infinito que dibujas
colores de fría e incalculable pasión
revelando mudamente,
misteriosamente,
una realidad tan simple que
no es siempre evidente.
Absorta en ti se encuentra
mi atención,
en asombro cautivado por tu
magnífico baile,
quieto movimiento, deslizándose armonioso como
efímero canto.
Si te pienso desapareces y
rememorarte es cual ver algo muerto,
como la intención triste de
un titiritero
punteando hilos que tejen la
malla del destino.
Te muestras sin designio,
descubriéndote al sacar tu
vestido de memorias,
inalcanzable por la más creativa
imaginación.
Si fueras un ángel perderías
tu hermoso esplendor
porque no necesitas ni alas
ni investidura.
De incorruptible pureza es
tu brillo
enfatizado entre el azul y
el amarillo…
¿Cómo es posible un amor tan
indescifrable,
cuando lo que eres no puede
ser objetivable?
En el insondable y oscuro
fondo,
Infinito continente de
conciencia,
muestras tu luminosa naturaleza
de escurridiza y lúdica permanencia.
Comprendo entre los traslúcidos
velos
teñidos de conceptos,
memoria e imaginación,
que ya no opacan tu generoso
esplendor.
Basta una gota de voluntad
para perderte
y desnuda entrega para
revelarte.
Frente a frente,
mediando el espejo de la
mente,
el encuentro abarca mi existencia
totalmente
y en un descuido ante tanta
maravilla
queda nada de mi, siendo tú
todo lo que brilla.
Fundido el yo y el tú en
puro Ser
Instante infinito y sin
tiempo a la vez.
Por no haber límites reales
a tan sublime omnipotencia
regresa luego el mirar habitual
dibujando estructuras de lo
cotidiano
cual goteo incontenible de
una cañería ancestral.
Y así nuevamente, como si
nunca hubiese sido
en la cascada manifiesta de
esta presencia
despierta el intenso anhelo
de que la vivencia se vuelva
a dar
pues aun habiendo muerto
renace la ilusión
sorprendida porque aún permanezco
para recordar.
¿Será acaso una sombra cuya
función
es tan solo contrastar Mi
vívida expresión?
Maria Luisa
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