Se menciona en muchos
escritos que para la investigación de si mismo es absolutamente necesario que
cada cual presente hambre por saber de lo esencial, que sea tan demandante esta
aspiración que no dejemos piedra sin levantar para resolver la cuestión.
Por otro lado, cualquier
tipo de acción que se realice como obligación se transforma en deber, carente
de la fuerza emocional, un trabajo árido y plano, quizás podemos decir erudito,
pero carente de ese sabor propio de lo real.
La vida cotidiana está
relacionada con las exigencias que presionan por cumplir el rol señalado, el
status alcanzado, propio de la expresión de la identidad, considerando además
que generalmente estamos condicionados tanto por impulsos exteriores demandantes
como por impresiones internas que presionan.
La continuidad de los
pensamientos que pasan por la conciencia centralizada construyen el ego
virtual, y la inestabilidad de estos pensamientos cambiantes dan la apariencia
de una unidad, consiguiendo con esto que la memoria eternice esta virtualidad.
Los apegos, las costumbres, los hábitos, las predisposiciones y los deseos
implantados hacen que cada persona se identifique con ese falso yo virtual, que
ocasionalmente será exitoso y en ocasiones provocará sufrimiento, que, como
todo en este plano existencial, será inestable y de corta duración.

Para saber de lo Real, no
hay ninguna oportunidad si se sigue el mismo patrón de vida. Todo el problema
viene de ahí mismo, de la identidad. Como ejemplo: de la semilla de mostaza, se
dará sin lugar a duda un árbol de mostaza, el limón da limones, etc.
El señalamiento para
intentar cambiar la presentación de la identidad no tiene ningún sentido,
intentar leer muchos libros de espiritualidad tras la búsqueda de lo real es
una tarea titánica e inapropiada sin una guía adecuada. No es la cantidad de
experiencias que se puedan tener, ni las cualidades que estas puedan tener lo
que provocará el cambio necesario. ¿Podrá haber un cambio? A pesar de todo lo
que se pueda señalar acerca de que esto ocurre y ya, esto no sucede de repente.
Mejor dicho, cuando esto sucede, es porque la maduración se ha provocado tras
un juego de experiencias, meditaciones, conversaciones, auténticas
señalizaciones, reiteradas experiencias fallidas.
El ego, a pesar de todas las
predisposiciones que pueda tener y a pesar de la falsa identidad, detrás de él
está el Si mismo, tras el velo de la ilusión. Nunca hemos dejado de Ser. Es
la misma ilusión de la mente vuelta por
la misma funcionalidad hacia el mundo fenoménico la que esconde la comprensión
de Si mismo.
¿Hay una oportunidad para
cambiar? Para salir de las ansias por buscar placer y escaparse del
sufrimiento, para encontrar la felicidad, lo primero es reconocer que la
naturaleza de la felicidad es la misma felicidad y es la realidad, la dicha, conocida en el oriente como Ananda. No hay un estado que buscar, no es posible
describirlo con palabras o conceptos o atribuirlo a la experiencia, es puro
gozo, es nuestra forma natural, nuestra naturaleza original, está
constantemente aquí y ahora presente, en el presente activo. La confusión
ocurre con los pensamientos que no se detienen, aparecen uno tras otro formando
cadenas y enlaces, invadiendo la conciencia y saturando de urgencias y
necesidades, una tras otra.
La realización de lo Real
aparece como imposible, mas no es imposible. El asunto es que nuestra
atención está puesta en los pensamientos demandantes, e intentar deshacerse de
ellos construye nuevos pensamientos, dando impulso a nuevas emociones. Sin
embargo, la cuestión es realmente simple, tan simple, tan obvia, que es
descartada de inmediato. La mente es la clave de esta situación de dificultad, la mente
constructora de pensamientos está diseñada para tratar con el pasado o con el
futuro, o sea, con pensamientos de recuerdos y comparación o con pensamientos de
proyecciones o aspiraciones. En cambio lo real, lo actual, está aquí ahora,
presente activo, sin tiempo, sin espacio. Si mismo en pureza, sin definición.
R.Malak
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