Motivos de búsqueda I


¿Qué es lo importante y cuál es realmente el motivo de toda búsqueda llamada espiritual?

Según mi comprensión y experiencia, hay básicamente dos asuntos muy válidos que motivan esta búsqueda. Uno es el impulso que nace del deseo de ser feliz, estar bien, la tranquilidad, la paz. Algo sucedió que informaba que era infeliz e incompleta. Y a la vez algo decía que era posible resolver eso. Estoy convencida que esta misma situación aqueja a la mayoría de los que buscan dentro de lo llamado espiritualidad y veo que es de suma importancia para conseguir  aclarar esto, el cuánto se desea esta resolución de averiguar la causa de la infelicidad y resolverla. Sé que es preciso comprender qué es lo que nos mueve, a dónde apuntamos, qué queremos. Podemos desear algo del devenir o podemos desear resolver la raíz del conflicto que nos genera sufrimiento, y estos no están necesariamente relacionados. Por resolver los hechos no necesariamente se acaba el sufrimiento. Mi convicción es que sufrimos porque hay una lucha con el devenir, con las situaciones y con nuestra íntima apreciación y sentido de vida. Así que la clave para salir del sufrimiento es comprender que la causa de él está en la confrontación con lo que sucede, no en el hecho mismo que acontece. Por tanto se requiere saber por qué no aceptamos lo que viene tal como llega, en su origen mismo.
El otro asunto que motiva la búsqueda es el amor a la Verdad, conocer la verdad de la existencia, de mí misma y de todo este asunto de la vida.

Veo que los deseos surgen e impulsan. Desde que adquirimos relación con el cuerpo, en la primera infancia, se abrió un mundo para ser explorado y la posibilidad de descubrirlo por medio de la vivencia y de experimentar los sentidos. Pronto nuestros padres o cuidadores empezaron a enseñarnos las reglas para comportarnos en sociedad, primero dentro del entorno familiar y luego al salir a socializar fuera de casa. El bien y el mal son la primera dualidad aprendida, la reglamentación del basculo del comportamiento. Lo que estorba al funcionamiento de grupo se denomina mal y lo que es aceptado y acorde a la estructura se llama bien. De este modo, el deber ser en base a un comportamiento adecuado según el paradigma imperante comenzó a trazar los conceptos acerca del cómo vivir y cómo formar un ego funcional. El movimiento entonces no va impulsado por vivir en felicidad, sino por encajar dentro de un sistema. Ser exitoso, competitivo, son los objetivos que tratan de moldear la personalidad. Si tienes éxito, si logras metas, si consigues ser apreciado por esto, premiado, serás feliz. Si fracasas, serás una víctima. Pero resulta que la vida, el acontecer, no se da en base a estructuras. Las estructuras son de la mente, no de la realidad. No hay una constante que suceda siempre en función de satisfacer nuestros deseos personales estructurados. Por eso el éxito y el fracaso, el placer y el dolor, la ganancia y la pérdida vienen a ser las medidas con que juzgamos la relación entre yo y lo que yo vivo, porque busco cumplir la meta del éxito, el logro de satisfacer lo que me exigieron, para así ser amado o cuando menos aceptado.(sigue...)




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