Motivos de búsqueda II


Otra de mis convicciones es que el amor, así como la felicidad, son cualidades inherentes al ser. Vienen en el mismo paquete de la existencia de Si mismo: Ser Conciencia Felicidad, el ya conocido concepto tríptico, manipulado entre los buscadores espirituales que se mueven en el mundo de la doctrina oriental y sobre todo hindú: Sat Chit Ananda. Pero con la manifestación fenoménica  también está en el paquete la inteligencia racional, es decir, la capacidad de formar palabras para dar nombre a las cosas del mundo y a nuestras vivencias. Esta capacidad racional es un instrumento de expresión y de comunicación, una herramienta maravillosa y necesaria. Sin embargo, se convierte en nuestro esclavizador cuando empezamos a asumir la vida a través de lo que cargamos en la memoria, cuando medimos el bien o el mal, el placer o la insatisfacción, en base a premisas conceptuales de la vida, lo aprendido y condicionado que está teñido de prejuicios, y que ni siquiera hemos cuestionado o aceptado en forma comprensiva. Esto se da cuando tomamos conciencia de todo lo conocido y filtramos lo que vivimos por medio de los juicios, comparándolo con lo ideal, la idea de lo esperado, cuando en realidad todo lo que sucede es una vivencia inmediata, instantánea y anterior a todo juicio. Y a eso, al adjetivo dado a lo vivido, lo llamamos experiencia, que suele ser motivo de orgullo, puesto que cuanta más experiencia se tiene, (memoria), más se supone que se sabe. Así, se le llama sabio, inadecuadamente a mi parecer, al que sabe o recuerda muchas experiencias con las que puede medir lo conveniente o lo indeseable. Lo indeseable, cuando sucede, al ser motivo de rechazo, produce la tensión y la lucha. ¿Cuánto nos podemos fiar de tal sabio, si sus mediciones de la vida, lo adecuado o no, se basan en una mirada parcializada e interesada de la existencia? El verdadero sabio es el que sabe de si mismo, sabe la verdad de su ser como absoluto y la relatividad de la existencia que se manifiesta como fenómenos. (sigue...)

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