Hablando de la Realización y los “realizados”.

A los amigos y amigas que me han escrito, por lo que he sabido de sus variadas posiciones de inquietudes o certezas respecto a la búsqueda espiritual. A los anónimos que anden buscado y puedan resonar con estas palabras.


Quizás has sabido acerca de la realización. Supiste, porque te lo dijeron o porque lo leíste, que están los llamados realizados, los sabios y santos, y que ellos vivieron o viven en un estado de perfección tal que el sufrimiento ya no los toca, que la felicidad sale por todos sus poros, que la comprensión es inmensa, que la compasión los rebalsa. Entonces haces una proyección acerca de lo que debe ser ese estado ideal: lo que se debe sentir, lo que seguramente se tiene que experimentar - un flotar, una luz, una ligereza, o belleza, o perfección - y que seguramente todos los actos de ese realizado son algo maravilloso, perfecto, sagrado. Junto a ello supiste que eso es algo alcanzable, algo que se puede lograr. Por otro lado has pasado la vida escuchando que en este mundo tienes que ser alguien, que hay que destacar, sobresalir, ser mejor y perfeccionarte. Entonces esta propuesta suena intensamente atractiva, porque en lo que es la vida mundana no has encontrado satisfacción o logros suficientes, no has sentido sino que la felicidad es algo efímero, que el sufrimiento predomina y siempre está presente un sentimiento arraigado de ansiedad por más éxitos que se hayan vivido. De manera que la búsqueda se abre como una posibilidad de excelencia a cierto plazo. Quieres el resultado ahora, pero algo te dice que tienes que esperar. Por tanto, te abocas a hacer cuanta práctica y lectura aparecen como opción.

Ok, entiendo que eso sucede. A mí me sucedió y en mi libro No Recuerdo Haber Nacido narro la historia de esa búsqueda.

No es que avale la búsqueda espiritual, aunque tampoco reniego de ella. Es un proceso que se da en ciertos casos, en algunas personas, quieran ellas o no lo quieran. Es como que en determinado momento de su vida no les queda más recurso que ponerse a averiguar qué hay más allá de lo que les dicen los sentidos y las ideas que hasta el momento han aceptado como ciertas, es decir, sus creencias. Aparecen entonces una gran cantidad de alternativas en el enorme mercado de la espiritualidad y la autoayuda. Se prueban muchas técnicas, prácticas, enseñanzas, se va pasando por un proceso de investigación para saber qué dicen sobre la realidad, la verdad o el espíritu. Se prueban y descartan religiones, sectas, gurúes, terapias. Algunos de estos atrapan por un tiempo, otros llegan a ser castrantes, frustrantes cuando menos. Y a este proceso lo llaman búsqueda. Y es cierto, se busca - a veces desesperadamente - algo o alguien que nos ayude a salir de nuestras confusiones. En el fondo se está buscando lo que es auténtico, nuestro real ser, la esencia.

A veces se toman en cuenta propuestas para buscar estados especiales que llaman estados de conciencia, mal así llamados a mi entender, puesto que no veo que haya muchas conciencias, ni grados de conciencia, ni escalas, ni nada de eso. Conciencia es darse cuenta, así de simple. Lo que varían son los contenidos de conciencia, todo aquello de lo que nos damos cuenta. Y no es de extrañar que la búsqueda se torne circular y aparentemente interminable, porque como bien señalan los maestros de la tradición, lo real no se encuentra fuera de uno mismo, no está en el mundo físico ni mental.
El tema es delicado y esta cita de R.Malak, que rescato de Resplandor No-dual, lo expresa bastante bien: “La observación sin juicio provoca el silencio de la mente y la liberación de la ignorancia de sí mismo. No es que haya algo que buscar o que haya nada que buscar porque ambas cosas no tienen sentido. Observación sin juicio es un instante sin tiempo, no es algo que se experimente. Es colocarse en la fuente misma, fuera del lenguaje, por ello la mente se silencia. Cuando la observación se desglosa en observador y objeto observado, parece que se rompe la unidad. Todo lo observado o percibido está formado en la conciencia, es un objeto, una construcción formada por la mente. La realidad la hemos fragmentado en dos y no podemos sentir la belleza y la armonía de la unidad, se nos escapó, por tanto la observación sin juicio no da espacio al observador ni a lo observado. Si aceptamos un concepto nos detenemos allí, atrapados en el lenguaje. Aquí, en la observación sin juicio, no se hace nada y todas las incógnitas se resuelven.”
Cuando se escucha acerca de alcanzar la realización, esto nos lleva a suponer que carecemos de algo. Comprendo lo importante que es discernir si esta proposición tiene sentido. Parece sensato que si lo que sentimos es inquietante busquemos la paz, si sentimos miedo que busquemos la seguridad, si sentimos dudas que busquemos respuestas. Igual, si una situación que estamos viviendo no la deseamos, la rechazamos y esperamos resolver de alguna manera para obtener lo que preferimos. En estas situaciones suponemos siempre que estamos careciendo de lo que deseamos y esperamos. Creemos que somos personas carentes, seres con debilidades, que algo siempre nos falta. De manera que mientras no se haya confirmado directamente que no somos estos personajes llenos de carencias y debilidades, estos cuerpos que requieren comer, dormir, actuar, descansar, defecar y tantas otras necesidades, tiene sentido que queramos algo mejor, más perfecto, ideal. Es ahí cuando las enseñanzas tradicionales van llevando a los buscadores a investigar el aspecto esencial de uno mismo, señalando que no es un objeto carente, sino plenitud infinita. He ahí la aparente contradicción, porque por un lado se acepta y comprende que la realidad de lo que somos no puede estar ausente, pero por el otro no logramos apreciar esta realidad como perfecta en si misma, sino con fallas. Para aceptar esto que dicen los maestros tradicionales de corrientes como el cristianismo primitivo, el budismo zen, el sufismo, el advaita, la cábala y algunas otras doctrinas no duales, se precisa haber pasado por cierta cantidad de pruebas. Haber probado religiones, o técnicas, o meditaciones, yoga de varios tipos, etc., para llegar a descartarlos si es que no nos han brindado las respuestas finales que finiquiten la ansiedad.

La búsqueda tiene sentido mientras se mira hacia afuera. Basta parar un instante, dejar de sostener las creencias, dejar de lado los juicios, dejar que la conciencia acoja lo que sea que esté presente, permitiendo que el sentido arraigado de identidad se diluya por un solo instante, y a la vez reposar en esta conciencia que presencia, descansar y dejarse estar en ella, para que el ser que eres se muestre por sí mismo, desprovisto de máscaras, de tatuajes, de nombres, que se revele como esta esencia permanente que siempre ha sido contigo. Se termina la búsqueda porque se reconoce que no hay más plenitud que esta, aquí, presente, siempre.

Le pedí a R.Malak que escribiera algo en referencia a este asunto.

Ni esto, ni aquello; una expresión interna. 


Donde te asomes se muestra lo Esencial, ya sea tanto lo inmanifestado como lo manifiesto. Lo limitado, como aspecto manifiesto, es fácil de entender, el cuestionamiento comienza con esta apreciación de que todo es lo Esencial incluido lo fenoménico. La dificultad radica en que lo Real, Si mismo, uno sin segundo, completo en si mismo, no relacionado con nada sino en sí y por sí, carece de límites. Cualquier descripción, aunque sea la bondad o la luz, al colocarla sobre El, lo cubre, ya que ello no permite descripciones, incluyendo neti-neti (ni esto, ni aquello), aunque como pronunciación interna sea una guía o un punto referencial. Si siguiera agregando descripciones diría que está más allá de todo atributo, distinción o relación y más allá de toda designación.

Como observador se comprende lo observado que se evidencia en la relación sujeto – objeto. La mente, con el despliegue de ideas, aumenta las opciones de confundirnos en la manifestación, conduciendo al sufrimiento. Las ideas y experiencias no clarificadas provocan huellas en la memoria dejando impresiones que en su mayor parte permanecen dormidas. Una vez en lo profundo, como burbujas, vuelven a ser removidas y se despliegan manifestándose como una confusión en la pantalla consciente. Al librarnos de ellas por comprensión, cae el velo de la ignorancia y se desvanecen todas las angustias acumuladas.
La conciencia actúa como un solvente universal cuando, sin la confusión ideológica (mental), corroe todo recipiente cristalizado, consumiendo todos los obstáculos. Su expresión de amor pleno impregna la humanidad.

Todo es lo Esencial, podemos reconocer en los árboles, montañas, mar océano, ríos, viento, animales y plantas a lo Divino. En cambio la mente, que es la constructora de diferencias, oculta la naturaleza real de Ser creando la apariencia ilusoria de los múltiples elementos. Si se descarta esa ilusión se permanece en paz íntegra. R.Malak



Comentarios

Unknown ha dicho que…
Maravilloso como siempre!

Muy oportuno, en esta época en que el mensaje "dejar de buscar para encontrar" está tan en boga, pero nunca se hace suficiente incapié en la claridad del VER, la quietud de la mente para presenciar lo eterno aquí y ahora.

Resalto este párrafo magistral, sobre el no-hacer, para no caer en la trampa del doble víncula y quedarnos en el intento no-intentar:
"dejar que la conciencia acoja lo que sea que esté presente, permitiendo que el sentido arraigado de identidad se diluya por un solo instante, y a la vez reposar en esta conciencia que presencia..."

Gracias por compartir esta maravilla como expresión de tu amor pleno!

_/\_ Namasté
Maria Luisa ha dicho que…
Gracias a ti Willy, por estar presente, y por saber resaltar lo que consideras destacable. Un abrazo grande. Namaste