En Santiago estamos sufriendo de 38 grados
centígrados al sol cerca de mediodía. Y aquí estaba yo ayer, en plena calle, un
poco apurada para llegar a una reunión de trabajo cuando dos perros
santiaguinos, dueños de las calles del centro, se comenzaron a pelear a un paso
de mis pies. Uno domina en menos de tres segundos al otro haciendo que
retroceda velozmente cayendo de lleno en mi pie derecho. ¡Uf! Estaba lleno de
barro y mi zapato de color crema quedó manchado y maloliente. Un pequeño imprevisto
que me hizo llegar tarde a la reunión, pero no dejó de maravillarme. Mientras
compraba pañuelos en la tienda del subterráneo antes de tomar el metro,
empezaron a destellar mis reflexiones.
Metro abarrotado, puertas que se cierran y con
suerte se abre un espacio suficiente para poder instalarme y afrontar el largo
recorrido en medio de estas ideas que estuve conversando la noche anterior con
Malak. En medio del silencioso bullicio de tanta gente ajena y próxima a la
vez, comencé de recordar.
Existencia absoluta es conciencia que se
muestra como ananda, es decir, como armonía. Los hindúes, desde la antigüedad,
lo llaman sat chit ananda. Sat (ser o
existencia absoluta), chit (conciencia) ananda (bienaventuranza o armonía).
Por ejemplo, una flor es, cumple con los
requerimientos esenciales de su manifestación. Su expresión conlleva el cumplir
con algunas funciones de relación con el entorno. Este ser de la flor, esta
expresión manifiesta, es la expresión misma de la acción de la inteligencia
esencial que relaciona los contenidos de la existencia, los contenidos de la
conciencia. Lo que “hace” una flor con su entorno en condiciones naturales, es
armónico por sí mismo. Ser-inteligencia-armonía. Ser-conciencia-belleza.
Existencia-Conciencia-Bienaventuranza. Flor que no piensa, no sabe
conceptualmente que ella ES. Ella Es, ella expresa los dones de ser, creativos
colores, deliciosos aromas, hermosas proporciones, generosidad con su
producción de néctar. Flor colorida y aromática que atrae a los insectos para contribuir
con la procreación, y que utilizamos las personas para adornar un espacio, o
que un enamorado le entrega a su amada como muestra de su aprecio y admiración.
Observando las caras de los viajeros que
entraban y salían en las distintas estaciones, veía seres humanos que mostraban
sólo la máscara que oculta sus pensamientos, sus sentimientos, su vida personal
o no. Intuyendo la fuerza de vida y de ser que en ellos quiere brillar… o
brilla sin que se vea… consideré que estas máscaras o caras guardaban sus
secretos, quizás… un recién graduado: entusiasmo por un nuevo trabajo, una
mujer de 30: desengaño amoroso, la señora a mi derecha: angustia por alguna
enfermedad, la chica de aquel grupo de adolescentes: miedo a no pasar el
semestre, el caballero con el maletín a dos metros: ansiedad por conseguir un
cliente, y así sucesivamente, seres humanos que cargan con la historia de su
vida atendiendo a los cuentos de pasado y futuro, ajenos a su propia
presencia-ción, con todos estos argumentos velando, como un paño que ponemos
sobre la pantalla de una lámpara de mesa, la luz de Ser.
Seguí reflexionando: el ser humano es, así como
la flor es. Las dotes de su manifestación son un complejo y elaborado sistema
de relaciones entre la biología, la neurología, etc., que posibilitan la
expresión de ser para interactuar de una manera más amplia que una flor con los
contenidos de la existencia, los contenidos conscientes. Hay algunas funciones
que marcan una gran diferencia entre el ser de una flor y el ser de un humano,
aparte de su expresión orgánica. Esto es la mente, la función inteligente que
es capaz de ordenar conceptualmente la diversidad de las formas y nombres de
los contenidos conscientes. Y que permite que la comprensión se pueda hacer
inteligible. Puedo, no solo saber, sino decir: “Soy”. Por otro lado, el sistema
endocrino del ser humano también genera el atributo muy especial de ser
emocional, mostrar emociones complejas y diversas. Así es como el hombre
encarna ciertos atributos de la manifestación de ser, que son delicados y
complejos sistemas de relación entre su expresión y la expresión de todo
aquello que es. Sentir, pensar, son modos de relacionarse con todo lo
existente. Sentir que Soy, amar que soy.
Iba por la avenida, a dos cuadras aún del lugar
de reunión, cuando esta belleza se apropió de todo: la calle, el caminar, el
calor, la gente, autos y todo lo típico de la metrópolis. Una inundación de la
felicidad porque de pronto nuevamente prevalecía un “algo” sin medida porque
Soy, y me llenaba de “algo” por ello. Busqué más tarde nombres para este algo.
Aprecio y amor parecieron adecuados.
Esta maravilla de poder apreciar que yo soy y
sentir este profundo amor, que es posibilitado por la expresión de ser, es a
veces incomprendida, ignorada precisamente por la capacidad misma de la mente
de generar tanto la dualidad como el ego. ¿Qué pasa con esto? El ego que se
forma al identificarse a si mismo con el cuerpo, la mente, las emociones, es
decir, con todo este paquete manifiesto, es tanto una manera de relacionarse
funcionalmente como un estorbo… porque confunde. Confunde porque la esencia de
ser queda atrapada en la identidad que se forma a partir de considerar que lo
que soy es el cuerpo manifiesto. Un cuerpo que ha nacido, se ha desarrollado y,
ultimadamente, decaerá, marcando en la memoria el paso del tiempo.
Si bien es algo característico de la existencia
manifiesta el cuidar de su supervivencia, también es completamente natural que
todo lo que nazca, durante el proceso se desarrolle y finalmente desaparezca.
Que todo aquello que se muestra como existente, todo lo que reluce a la luz de
la conciencia, surja, se sostenga y se disuelva. Mientras nos consideramos, en
cuanto a ser, limitados a un cuerpo, un espacio, un tiempo de manifestación,
tememos por esta realidad de la naturaleza. Este temor hace que la
supervivencia se vuelva superlativa, generando un miedo que opaca la
oportunidad de saber que soy, que siento, que amo, que vivo.
También está la identidad psicológica que se
forma a partir de la relación consciente con hechos vividos que han dejado
huella, es decir, impresiones que han ido marcando condicionamientos grabados
en nuestra manera de ser, nuestro comportamiento, y que van fijando
apreciaciones que concebimos acerca de lo bueno y lo malo, el deber ser, lo
adecuado, lo que no lo es, los ideales de vida, etc. En esto contribuye la
relación entre yo (asociada a este cuerpo) y contenidos de la existencia que
son estructuras con las que me encuentro: la familia, la sociedad, la
educación, la cultura, el país, la raza, la religión, etc. También afectan en
la formación de la personalidad todos los eventos que voy registrando en la
memoria en base a las experiencias de relaciones interpersonales. Debido a que
me he identificado con esta expresión particular, con este cuerpo, olvido mi
esencia como Ser Puro, y me creo ser humano carente, frágil, indefenso, como lo
es un bebé, un niño. Entonces he prestado atención a los eventos donde olvidé
mis temores, cuando fui sostenida amorosamente, protegida, en los brazos de mis
padres, de mis abuelos, de mis tíos. También, y por contraste, quedaron
grabados los momentos en que la fragilidad se vio evidenciada, dando la idea de
no ser querida, no ser apreciada. Se va formando un comportamiento para ser
buena niña, buena estudiante, buena ciudadana, buena esto y buena lo otro, para
ser aceptada, para ser amada y recuperar el sentimiento de seguridad, olvidar
el temor respecto a la fragilidad de esta vida temporal.
Cuando nos vemos envueltos de pronto como
personas viviendo esta vida demandante y llena de exigencias respecto a todas
esas cosas que deseamos para sentirnos bien, ya no somos muy capaces de
apreciar la belleza de ser, el milagro de estar presentándonos como existentes
dentro de la diversidad infinita de la existencia-conciencia que en esencia Soy.
Esta capacidad de asombro, de maravillarnos porque Soy, porque el sentir inunda
todo el instrumento como un brillo de puro amor (le pongo palabras a esto que
es en verdad indescriptible), aparece de pronto cuando vislumbro la Vida desde
la Luz misma que la ilumina, cuando hay, sin pretenderlo, un desapego psicológico
tanto del cuerpo como de todas las ideas, cuando no hay temor ni deseos… sino
que todo está aconteciendo tal cual es… y podría decirse que es como una
aceptación en la que no media necesariamente alguna clase de comparación entre
lo que es y lo que creo que debería de ser, pero no es una aceptación a la que
se llega por algún acuerdo entre unas ideas y otras, sino justamente porque
ninguna idea predomina para definir lo que está aconteciendo, siendo,
manifestándose. Observación sin juicios, presenciación activa, conciencia en
acción, y si mismo sosteniendo todo ello, Si Mismo como lo que por siempre
permanece. Satchitananda.
Y ahora, rememorando estos episodios de ayer,
recuerdo al perro que me pisó y tocó mi mundo, que salió presuroso a buscar
refugio alejándose de su agresor. Ese perro no sólo tocó mi pie, sino que fue
un encuentro inevitable entre su mundo y el mío, que como hilos de un infinito
tejido, se cruzan y entrelazan en una conexión que jamás se ha perdido,
entrelazados en este mar de la existencia. Así, cada hilo que muevo...
mueve el tejido de todos los que me escuchan y me leen... y se relacionan
directa o indirectamente conmigo.
Maria Luisa
Comentarios
Realmente uno puede estar reflexionando sobre Sat_chit_ananda_, el ego, la esencia del ser, el vacio, el silencio, estar inmerso en mil y una metafísica advaita, que no son más que palabras sin mas significación, mientras la realidad simbólica esta describiendo sucesos interiores/exteriores totalmente alejados de la mente intelecto_reflexiva, no sé, es como estar viviendo un profundo suceso personal_colectivo mientras uno piensa_reflexiona que el techo necesita una mano de pintura, esa incongruencia lo que nos dice, es que la parte consciente del ser humano puede divagar por elementos que no vienen al caso, mientras el mundo inconsciente esta en otras batallas.
Pero María Luisa es solo una opinión, y yo no me atrevería a descifrar ningún símbolo ajeno, sería como hurgar en la intimidad de las personas, por eso digo que si estuviera en mano, que no lo está, no perdería el tiempo con palabras, si no que miraría profundamente a lo que está ocurriendo, lo uno es divagación del intelecto, lo otro es lo real como imagen, sin palabras, desde la vía intuitiva, desde el silencio.
Por supuesto lo que la hace importante, es que realmente te llamo la atención, la has volcado en un ensayo, pero creo que desconoce el por qué, pero algo en ti si sabe y te lo muestra. Para acotar este tema algo complejo, imagina que todo esos sucesos no hubiera sido más que un sueño, y al despertar te preguntaras que coñe me está diciendo mi inconsciente, de que me avisa, o que me explica de mi realidad, algo por supuesto que advaitamente es trascendente, pero para que lo sea ha de ser integrado y comprendido.
Esto es algo que comparto contigo, pero no necesariamente le tienes que prestar la mas mínima atención si no te toca o no te apetece, algo en mi me mueve hacerlo en este tejido de hilos infinitos de relaciones. Mi aportación se acaba en este punto.
Aceptar las reflexiones, palabras o conceptos atendiendo a su noble función de indicadores, salva toda sus limitaciones y podemos disponer de ellas con gozosa libertad.
Un abrazo.
Veo que la libertad comienza a mostrarse cuando no nos autolimitamos con nuestras preferencias y puntos de vista. Un abrazo
Ciertamente las palabras señalan y no condicionan, son a la postre objetos simbólicos que no pueden delimitarse al pie de letra, a ello si en tal caso ocurriera lo nombraríamos literalidad dogmatica, cuando simplemente marcan una dirección, pero seamos francos una vez atrapado el comando en su totalidad y abandonadas a su suerte, hay que desechar esa literalidad por utópica después de una lectura cómodamente leída en el sofá mientras se escucha una suave melodía, ese atisbo carece de realidad, se acomoda a un turista lector en un hotel de lujo en la sobreimpresionada mente, esa que habla de libertad, abrazos cósmicos con olor a rosas.
La llamada permanencia, la unidad de ser, la armonía con el entorno fenoménico tiene un digno oponente, aparte del aspecto acomodaticio de una mente no sujeta a las tormentas de la vida, a mí personalmente cuando escucho estas maravillas de libertad algo casposas para mi gusto, las considero como un gran obstáculo, porque te hace creer que estas donde no estás.
Por ello hay que atender al digno oponente que esta y se llama lo inconsciente, así como a las simbólicas imágenes que la vida brindan, a las consecuencias, para entonces toda esa poesía de libertad y permanencia en la unidad no es más que una anécdota del advaita de salón, de lecturas de internet.
Ahora recojamos todas esas palabras, ya tenemos el sentido que indican, y a remangarse con el barro.
Obsevar es "Ser".
Juan Manuel