EL MUNDO HOY Y NOSOTROS




He hecho muchos viajes y conocido bastantes lugares asombrosos en este mundo. Playas caribeñas, pueblos sumamente primitivos y ciudades metropolitanas esplendorosas. Montañas, valles, ríos, selvas, nieve, desierto… aunque últimamente disfruto enormemente la tranquilidad de estar en casa y hacer una maleta se vuelve entusiasmante sólo en la medida que significa volver a reunirme con la familia.  La geografía del planeta es realmente maravillosa, y cuando recibo algunos pps con imágenes preciosas, tanto de paisajes naturales como de obras arquitectónicas majestuosas, me encanto ante la creatividad y lo creado sin otra necesidad que observar las fotos y evocar la belleza que reside en mi misma.

El mundo es amplio e infinito porque no para de mostrar sus tesoros, y sin embargo, como un truco de magia, nuestra visión de él puede transformarse y aparecer en algunas ocasiones como algo terrible, que nos amenaza. Tanto la geografía como las acciones de los hombres son a la vez dadores de belleza y de horror. Basta imaginar para demostrarlo, un huracán o terremoto, una revuelta popular o el avance de tropas militares, una azul playa cristalina o las iniciativas de ayuda humanitaria. Contrastes que han existido desde que puedo recordar.

Esto me hace ver que en el mundo que conocemos, como el total conjunto de territorios, países, pueblos y sociedades sobre la geografía del planeta, hay dos movimientos simultáneos, ambos en constante cambio y transformación.

-El movimiento de la naturaleza: La geografía, el mundo de lo natural, biológico, químico, desde las piedras, las plantas, los animales hasta lo más próximo que es nuestro cuerpo humano. 
-El movimiento de los hombres: La historia que se va armando paso a paso con las acciones de los individuos y los grupos sociales. 





Para algunos, independientemente de los sucesos mundiales naturales o históricos o de cómo se interpreten, buenos o terribles, la vida personal en su actualidad es cómoda y hasta generosa en abundancia. Para otros está llena de problemas, carencias y situaciones de riesgo.

Ante un mundo que se mueve en forma tanto natural como histórica, se producen constantes situaciones de peligro, y como un medio de previsión para la protección de la vida, del cuerpo y de nuestros clanes familiares o sociales, se van formando estructuras, ideologías, mentalidades que son compartidas y se hacen colectivas en el medio social. Con una mirada un poco esquemática, aunque sea para ilustrar, observo que mientras cada individuo con sus necesidades particulares encaje en la maquinaria ideológica, sea participativo y no anteponga su propia supervivencia a la de los demás, siendo colaborador como una abeja en su enjambre, el grupo social se mueve en armonía y preparado para las contingencias. Pero cuando surge la competencia por el poder y el dominio, es cuando las sociedades viven bajo el sometimiento de los más fuertes y poderosos, minando así muchas posibilidades expresivas que siempre están en forma potencial en el ser humano. De ahí que el ego personal o colectivo puede pasar de ser un instrumento positivo y creador a ser destructivo y productor de infelicidad y conflictos.

Hay condiciones dadas y que se muestran como inevitables y hay puntos de vista que podemos notar, usando una agudeza sensible, que son optativos. Si revisamos en profundidad estos asuntos, es posible darse cuenta de ello por uno mismo. Este es un esquema que me ha ayudado a mostrar lo que veo a este respecto.

  1. Condiciones
Las condiciones nos obligan a vivir (interactuar) el mundo de una manera determinada.

Condición geográfica: Cómo se encuentra la situación natural en el entorno. ¿Está en situación donde es posible la supervivencia o está en situación de riesgo vital?

Condición social, de educación, cultural, económica y política:
El país o pueblo donde nacemos, la familia donde crecemos, la sociedad en que nos movemos, la educación que recibimos, la cultura imperante, la situación económica o política del momento, si hemos sido queridos o rechazados, eso forma a la persona y la va determinando.

Condición física: Un cuerpo sano o con defectos genéticos, o problemas adquiridos por enfermedad, accidentes o decadencia natural por la edad.

Condición sicológica: En ello afecta la genética, como características adquiridas desde el nacimiento, o afectan las impresiones psíquicas o traumáticas no comprendidas que van marcando a la persona.

Con las condiciones se forman estructuras de creencias, de moral, de hábitos. Se va formando una personalidad y una mentalidad.

  1. El punto de vista se relaciona con el ánimo o actitud hacia las condiciones dadas.
El punto de vista depende directamente de cómo o cuánto está involucrada la comprensión con los hechos y con las creencias que se sostienen, de si hay capacidad de ver los hechos y condiciones de manera imparcial, permitiendo que la mirada surja de la inteligencia esencial o si está filtrada por la mente estructurada. La relación emocional y dependiente con las estructuras, ideologías, proyecciones y todo lo que ha conformado el condicionamiento mental hacia la vida, afecta directamente en el goce de felicidad o en el sufrimiento ante la frustración.

Las cosas que vivimos son obligadas. Las situaciones se van dando y cada cual las va viviendo. Por lo general estamos seguros de que muchos acontecimientos naturales o históricos están completamente fuera de nuestro alcance o responsabilidad. Sin embargo, muchos otros los hacemos propios, nos hacemos responsables, los cargamos sobre los hombros, ya sea como culpa o como mérito. En todo caso, las situaciones se dan, y una vez dadas, son como son. Es obligado vivirlas, lo queramos o no. Para algunos una situación puede ser beneficiosa, mientras que la misma puede ser nefasta para otros. Depende de cómo se juzgue, si es para beneficio o perjuicio propio.

El mundo está en constante movimiento y cambio, ya sea por su naturaleza o por la historia de los acontecimientos. Nada permanece intacto. En este sentido, pretender mantener estables y fijas las estructuras que hemos aceptado acerca de la vida, como ideologías, es contraproducente cuando ya no encajan con las condiciones naturales dadas. Es de sentido común, el cual no es tan abundante por cierto, poder ver de manera imparcial cualquier idea, y comprobar cómo afecta nuestra relación con los hechos. Buscar la felicidad en lo que es cambiante y transitorio, nos ofrece momentos de satisfacción ciertamente, pero está sujeto a que al suceder el tránsito de cada situación, esta felicidad ya no encuentre su razón de ser. A toda alegría sostenida en lo cambiante le sucede un sufrimiento.

El río de la vida que se basa en la satisfacción de los ideales, en los afectos, en la consecución de metas, en la obtención de bienes, de conocimientos, de unas vacaciones o un viaje, tiene dos orillas: el placer y el sufrimiento.

El sentimiento y la interpretación de mis condiciones y cómo me siento: feliz o infeliz, pleno o desgraciado, depende de cómo lo que vivo lo llevo como un peso o no. Aparte de cómo esté la situación inmediata para mí, puede que el modo como me sienta varíe mucho en dependencia de mis expectativas o desilusiones, ya sea de la situación presente, la pasada o la futura que imagino y espero.

La interpretación de los acontecimientos no está realmente en manos de la persona cuando ella está impulsada por las condiciones, es decir, condicionada por los puntos de vista adquiridos y sus deseos. Todo ello está directamente relacionado con las creencias que han estructurado su forma de ver la vida, y con la capacidad de comprensión de las cosas como son y de la realidad de estar o no involucrada en ellas.

El mundo y la vida, como acontecimientos considerados externos, se mueven… queramos y nos guste, o no. Al mismo tiempo, hay acontecimientos internos, que abundan en la riqueza del psiquismo, que también se mueven muchas veces en forma circular, inexplorada e incomprendida. Esto es el movimiento de los deseos, que nos impulsan al hacer, basados en nuestras imágenes íntimas de expectativas o reproches. Cuando estos movimientos –externo e interno - coinciden, no hay conflicto y en ausencia de conflicto, hay tranquilidad o felicidad. Cuando el movimiento del mundo y la vida no coinciden con el deseo, se produce la frustración, el conflicto y el sufrimiento.

Al reflexionar y observar atentamente me resulta indudable reconocer que para todo ser humano, la necesidad primordial, aparte de la obligación natural de garantizar su supervivencia, es la plenitud. Llámese felicidad, amor o paz… eso es lo que todos deseamos, lo tengamos en cuenta o no, eso es lo que motiva toda búsqueda en la vida.

Ante este sublime deseo común a todos, se presentan las condiciones dadas y las estructuras sostenidas, que son tan variadas como las personas que existen, y que muestran deseos también variados. Estos deseos hacen proposiciones que son como pequeños disfraces que distraen del objetivo real que nos impulsa siempre, la plenitud, y nos engañan haciéndonos creer que en la consecución de ciertos objetivos encontraremos la felicidad como un producto. El condicionamiento, que inicialmente podría tener la intensión de protegernos, se convierte en una situación que confunde e hipnotiza cuando dejamos de considerar el aspecto práctico de todo aprendizaje, experiencia, estructura o adquisición, para convertirlo en un fin en sí mismo.

La felicidad no es un producto que se busque, si así fuera seria  tan impermanente como todo en este mundo. Por otro lado, descubrir que la felicidad es nuestra naturaleza real que se muestra cada vez que hay comprensión y aceptación total de un hecho dado, con todo lo que lo compone, tanto en aspecto como en las raíces que lo han generado, terminando así con el conflicto, es la puerta para empezar a ver y comprender con claridad, libres de la hipnosis generada por la mente que juzga. Es cuando de pronto se descubre el trasfondo siempre presente que podemos atrevernos a llamar verdadera plenitud. Lo pleno de ser conciencia.

Maria Luisa


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