Dos Reflejos En El Espacio Consciente


Hace mucho tiempo que no hablaba con mi amiga, esta amiga con la que compartí tantas cosas en la niñez, en la adolescencia y en la edad adulta. Algo nos había separado, no sólo la distancia enorme entre los lugares donde vivimos, sino algo más: las ideas. Entre nosotras, además de un fuerte sentimiento mutuo, había mucha confianza, mucha entrega, nos contábamos de todo... hasta que empecé a viajar a India. Esto nos distanció. Ella no coincidía con ciertas maneras de ver que empezaban a desplegarse en mi y así, la puerta quedó medio cerrada.
Escribir No Recuerdo Haber Nacido ha significado un mágico cierre a muchas cosas que tenía pendientes. Al plasmar con honestidad todos mis recuerdos, las cosas que viví y cómo las viví, varias relaciones personales han sanado después de que familiares y amigos lo han leído. Es como que la manera, en que desde hace unos años, tuve para mencionar la comprensión que estaba teniendo, en lugar de acercar, alejaba. La compresión y la realización de la realidad no dual es tan radical, y a la vez tan inexplicable, que rompe con las estructuras con que se acostumbra entrever la vida. En cambio, la manera como me expreso en ese libro es más cercana, y las personas van conociendo y entendiendo mejor mi identidad. 
Lo más impactante para mi del resultado de esto, ha sido que a la par de ir sabiendo de mi identidad, los lectores se han sentido estimulados hacia investigar sus ideas preestablecidas sobre cosas fundamentales como ser, existir, qué significa vivir, qué efectos produce el permitir que el ego rija nuestras vidas, y sobre todo, abrirse hacia la percepción de ser más allá de lo cotidiano y lo cegador de nuestras vidas condicionadas.
De modo que mi amiga, después de leer el libro completo, empezó a revisarlo de nuevo, ahora si, con miras a percibir la comprensión que se entreluce en sus páginas. Me escribió lo siguiente, y yo le contesté.

- Estoy releyendo tu libro. Es decir, estoy leyendo de nuevo unas partes que subrayé. Hay un párrafo que me dejo así como atrapada. Dices en el: "En ese tiempo, este espacio consciente en que yo no sabía realmente quien era yo, se iban abriendo las vivencias para ir reflejando todo lo que fuera necesario para revelar mi verdadero rostro. Dios es la imagen más inmensa que se muestra como el que todo lo sabe, lo curioso es que no sabe de sí mismo mientras va señalando recorridos a veces inesperados por el camino de la vida, la vida de sus propios reflejos." 
Me dio un vuelco en el corazón, pero casi que no me atrevo a pensar para no perderlo... explica.

- Amiga queridísima, qué intenso. Yo tampoco quisiera pensar, porque esto que digo aquí tiene su señal, es un símil. Uso algunos símiles para dejar que se vaya vislumbrando una intuición que de pronto y sin pedirlo, muestra una cara inesperada de la realidad. Todos sabemos muy en lo profundo de esta realidad, sólo que se ve generalmente oscurecida por las ideas, la mayoría de las cuales nos han sido implantadas. 
En cuanto a ese trozo que destacaste, empiezo por revisar algunas cosas. Habla de "el espacio consciente". Te lo pongo así: me doy cuenta de las cosas, de las ideas, de lo que siento, de lo que percibo, y el "tiempo y el lugar", por así decir, en el que me doy cuenta, es espacio consciente. Ese espacio, tiempo, conciencia donde se refleja todo, es Dios en observación. El punto es que si Dios es omnisciencia, podríamos preguntarnos cómo es que al mirar a través de estos ojos no sabía de Sí mismo. Lo que pasa es que en esa época, Dios era en mi lo que había alcanzado a comprender, era el Dios de mi comprensión, el Dios de mi corazón, por eso, para conocer profundamente lo Esencial, necesitaba descorrer los velos de mi confusión, y por ello tuve que pasar por varios caminos de vida que me mostraron acerca de tales confusiones.
También hablo de los reflejos de Dios. Esto significa que lo esencial se expresa de diversos e infinitos modos, como todas y cada una de las personas, los animales, las plantas, hasta las amibas. Es como que la Luz de conciencia de lo divino se concentra en un espejito de esos que tenían las bolas de espejos que había en las discotecas de nuestra juventud. Hace tanto que no voy a una discoteca que no se sí todavía las usan  Si seguimos con el símil de Dios viendo su rostro, equivaldría a ver infinitos rostros reflejados en esos espejitos, los reflejos de su luz.
Bueno, eso es lo que se me ocurre respecto a ese párrafo. 

- Entiendo a través de lo que dices, que Dios no tiene consciencia de sí mismo. "Dios es la imagen más inmensa que se muestra como el que todo lo sabe, lo curioso es que no sabe de sí mismo mientras va señalando recorridos a veces inesperados por el camino de la vida, la vida de sus propios reflejos"  ¿Ve a través de nuestros ojos? ¿Qué ve? ¿se ve a sí mismo? ¿Qué pasa según lo que piensas, con las emociones, con los sentimientos, con las sensaciones?

- Dios no es un sujeto, he mencionado a Dios porque está en el contexto de lo que iba desplegando en el libro. Lo prefiero llamar Si mismo, o lo Esencial.
En el contexto de lo que iba desplegando en el libro, menciono a Dios para referirme a lo esencial, a lo que permite la existencia, al Ser Conciencia. No me refiero a algo o alguien, ni a un sujeto o algo objetivable. Lo que pasa es que con el pensamiento, se tiende a conceptualizar a Eso, que es indescriptible. Por eso, porque no es un sujeto, no tiene sentido suponer que tenga conciencia de si mismo como Dios, o como alguien o algo. Insisto en que esa referencia es un símil.
Ahora, como lo veo es así. Ser se mueve, y su movimiento es Conciencia.
Es muy difícil hablar de lo indescriptible. Por eso, para hablar de ello, es que se usa la Ontología, como herramienta de conceptos para apuntar a lo que no se puede definir, lo indescriptible de Ser. Este Ser que al moverse es conciencia, y ocurre el primer destello de saber de si mismo, por lo que esta conciencia genera una función, la mente, con la que sucede la centralización del yo, de la identidad, y así, se da la conciencia de sentimientos, de emociones, de percepciones sensoriales y de pensamientos, así como conciencia de cómo la inteligencia esencial va mostrando infinitas opciones de expresión.
Quién soy yo es la base de toda la búsqueda. Quien soy y qué es este mundo en que me muevo. Entonces, relato como desde el bebe ML, ese cuerpecito que comienza a tomar nota del mundo, se empieza a formar un sentido de existir, en la medida que van sucediendo las cosas de su vida.
La educación, la cultura, el medio ambiente, la sociedad, van marcando pautas que nos condicionan, van marcando condicionamientos en cada identidad. Unos se asoman al mundo por medio de las emociones, como por ejemplo los artistas, otros por la razón, otros, como los atletas, por medio del cuerpo. Es luz reflejándose en múltiples e infinitos espejos. Luz que pasa a través de las ventanas de la identidad, las diversas identidades. Y según se han formado estas identidades, filtran su comprensión y percepción de la vida debido a las estructuras condicionadas.

Mi amiga y yo nos hemos vuelto a hermanar, a confiar, y se va formando un nexo renovado, pleno de una intensa investigación espiritual. Como dos reflejos nos hemos encontrado en el infinito espacio de conciencia.

Comentarios

Delia ha dicho que…
Encuentros y desencuentros, como todo lo existente, surgen de la misma fuente y es maravillosa la experiencia que posibilita descubrirlo...tu modo de expresarlo da claridad a esta percepción...como siempre gracias y un abrazo.
Maria Luisa ha dicho que…
Muchas gracias por tu comentario Delia. "Todo lo existente surge de la misma fuente". Un abrazo