Sueños de mujer despierta




Queridos seguidores de este blog. He estado un poco ausente y al mismo tiempo con muchas ganas de volver a publicar. Mis energías han estado dedicadas a dos cosas en estos últimos meses. Por un  lado he estado escribiendo bastante para armar un pequeño libro que relata mi viaje espiritual, el que comenzó hace muchos años, casi 20, y parece que ya va estando casi listo. Por otro lado he estado trabajando mucho con las manos porque junto con Malak estamos reorganizando una casa donde esperamos construir un agradable lugar para reunirnos. Estas dos actividades han sido bastantes demandantes de atención y tiempo, aunque además se encuentran las típicas cuestiones que rutinariamente se tienen que atender, las que implica la cotidianidad y las que obligan debido a los compromisos ya adquiridos, relacionados como estamos con personas que buscan sentido en la comprensión no dual.
De pronto parece que hay muchos asuntos pendientes y que demandan atención todos al mismo tiempo, por haberlos dejado relegados por unos meses. Así que, ¿qué hice? Como suelo hacer porque me ayuda a ordenarme, comencé a escribir estas línea de forma espontánea, un ejercicio que normalmente me ayuda a relajar, soltar y reorientar. Comprender y asimilar, dar rumbo. Entonces el primer paso es compartir aquí. Un paso primero, otro después y dejar que la inspiración vaya apareciendo y guiando en la ruta.
Revisando apuntes antiguos que necesité para ordenar el librito que he estado trabajando, me encontré con una evidencia: la escritura espontánea ha sido una herramienta estupenda que me ha ayudado muchísimo desde que la descubrí. Permite sacar a flote cosas bellas y otras no tanto que estaban sumergidas, y así darles reconocimiento, dejarlas lucirse como una modelo sobre la pasarela, que bailen, salten, se desplieguen y regresen tranquilamente a su lugar de reposo.
Como ejemplo de esto, voy a compartir un texto que escribí en el 98 cuando asistía a un curso de escritura creativa y nos pidieron hacer un ejercicio sobre el soñar. Nos daban unos minutos para escribir sin revisar o corregir, dejarlo salir espontáneamente.


Sueños de mujer despierta

Sueños despiertosMaría Eugenia está completamente ida. Pasa por la casa y no ve la basura sin recoger o los platos sin lavar. Como un fantasma. Todos la miran y piensan: pobrecita. María Eugenia tiene su mente al otro lado de las paredes, más allá, y ve cosas de ella misma y de los otros cuando los traspasa con esa mirada que parece perdida. Es que está viendo en sueños claros, abiertos, sueños de mujer despierta, todas esas cosas que no le muestran las paredes rígidas e inamovibles. Está viendo su capacidad de ser, aquí y más allá. Le gritan y no escucha: “María Eugenia, debes hacer más café”, “debes poner la lavadora a funcionar”, pero no escucha los gritos sino los susurros de la persianas que se baten con el viento y le dicen: “estás aquí y estás allá”, y las luces del sol que van bajando por la pared al filtrarse por estas persianas que le dicen: “el tiempo pasa lentamente, hay lugar para todo, camina despacio y deja ser, deja pasar”. Entonces una gran paz la acoge porque se sabe dueña de un tiempo que no será robado por la ropa sucia, ni la basura, ni el café. Se sabe dueña de sí misma y de su ensoñación. (Maria Luisa 1998)


Comentarios

Angelina O. ha dicho que…
Personalmente considero el "estar despierto" de otra manera bien diferente. Cabeza, corazón y manos en perfecta armonía.
Si estás limpiando, limpia; si estás haciendo café, haz café; si estás meditando, medita.

Permanecer totalmente presente.

Todo esto más parece una fantasía mental, que verdadero "despertar".
Maria Luisa ha dicho que…
Hola Angelina. En efecto, ese escrito ES una fantasía
Maria Luisa ha dicho que…
Sigo por aqui ya que se me interrumpió la conexión al momento de contestarte, Angelina. En cuanto a ese escrito, fue hecho hace muchos años, cuando yo intuia algo que aún no comprendia. El personaje de ese escrito, dice ahi, está despierta y "totalmente presente" a su ensoñación. Por otro lado, la armonía que describes es una condición estupenda para entregarse a la indagación profunda. ¿Quién es esta que está despierta y presente al hacer? El estar despierto a la realidad de ser, no es tan solo estar presente a lo que se hace, sino a eso de Uno mismo que no es hacedor y siempre, desde siempre, está presente y despierto. Ante si mismo no solo hay consciencia del acontecer cotidiano, sino de toda idea, sensación, sentimiento, emoción, sin diferenciarlo necesariamente, como un Todo.