He ido notando que buscar la verdad
tiene sentido cuando todo lo conocido parece haberlo perdido, y que cuando el
proceso mental se ha dedicado a esta búsqueda, termina reconociendo que el
proceso mismo es un auxiliar de la conciencia en su caudal de manifestarse, una
y otra vez, desplegando toda su potencialidad. La mente, que se había
considerado un “algo”, es develada como una ilusión. No hay tal mente, lo que
hay son procesos conscientes. La búsqueda de la verdad se acaba cuando se
reconoce que todo aquello que no es verdad, simplemente no existe sino como
interpretación, como algo que no permanece sino en el pensamiento, y siendo que
el pensamiento es inestable y pasajero, como “aves que vuelan en el cielo de la
conciencia”, no puede ser considerado auténtico ni verdadero, solo relativo. Se
descubre el poder de la atención que sostiene las ideas, que es libre, en si
mismo, por ser pura luminosidad consciente, y que el apego no es sino ideas
sostenidas por ella, la atención luminosa del Ser.
Maria Luisa
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