El Sabio Maestro

Vista desde una de las viviendas de mi historia


Vacía estructura
mirando inafectado
el infinito 

Me sorprende lo difícil que es transmitir, comunicar mejor dicho, algo que se comprende, pretendiendo que por medio del razonamiento la otra persona va a ser capaz de recibir la completa cuestión que se quiere indicar. Por algo no es lo mismo decir “te amo”, que mirar a los ojos, dar un abrazo, ofrecer una ayuda o escuchar abierta y atentamente; en definitiva, no es lo mismo decir algo que comunicar por medio de la acción. No significa esto que al decir “te amo” no se sienta amor, quizás se siente intensamente, pero algo tal vez impide que este se muestre al mismo tiempo que se habla de ello. Generalmente, los que logran comunicar los sentimientos humanos por medio de la palabra son los poetas y los buenos escritores, quienes no sólo saben usar las palabras, metáforas y tantas sutiles herramientas en el arte de la escritura, sino que además conocen en si mismos la variedad de sentimientos y experiencias humanas.

En relación a la comprensión que se tiene de la Realidad, el que logra transmitir su comprensión es un maestro. Tiene maestría en ese arte. Pero por otro lado, ¿cómo saber si esa comprensión es tan genuina que al ser compartida sea aceptada y resuene en los demás? Ahí es cuando el maestro no solo es hábil comunicando, sino que es un jnani, un sabio, un realizado. Es alguien que está en conciencia de lo esencial de ser, que, por lo que esencial significa, tiene que referirse a algo básicamente común a todas las personas. Aquí estoy usando palabras, y como no hablo de cosas tangibles sensorialmente o dimensionables según una tabla acordada universalmente, caigo justamente en el problema que estoy describiendo. ¿Cómo verificar si alguien está en la comprensión de lo esencial? Habría que partir por acordar que hay una verdad universal, que es común a todos. Una verdad que no consista en argumentos racionales, sino relativa a la vivencia de ser. Para poder comunicarnos conceptualmente es requisito, entonces, tener un lenguaje común, acordar términos, conceptos, y a la vez estar seguros de que con ellos nos estamos refiriendo a lo mismo en cuanto a lo que se experimenta en relación a determinado asunto.

Por ejemplo, hablar de conciencia, de mente, puede producir muchas ambigüedades. Es preciso poner ejemplos, ofrecer datos para que reconozcamos en nuestra propia experiencia, eso a lo que nos estamos refiriendo, desplegar una Ontología, un lenguaje que se refiera al Ser esencial y que podamos compartir.

Por tanto, no es lo mismo comprender íntimamente, auténticamente y sin resquicios de duda, que ser capaz de comunicar esta comprensión. Tampoco es lo mismo tener esta comprensión que vivir de acuerdo a ella. Por ejemplo, puedo comprender que fumar es nocivo para la salud, y sin embargo seguir fumando. ¿Por qué pasaría esto? Quizás porque el hecho de que sea nocivo para la salud no es algo que me importe. Quizás no me pesa tanto tener un cuerpo saludable como el placer por fumar. De manera que comprendo algo, pero eso no afecta mi comportamiento. Del mismo modo, si alguien comprende que esencialmente es Conciencia, que lo que es no es una entidad separada, que la persona no es sino un traje temporal, posiblemente sea capaz de aceptarlo, y más aún asumirlo, y sin embargo no le interese comportarse de acuerdo a ello, sino que sigue su habitual comportamiento en busca de placer y alejándose del dolor. ¿Por qué? Porque no le importa el movimiento entre estos extremos que implica vivir de acuerdo a las limitaciones individuales. Lo interesante de esto, es que esa no importancia ocurre cuando se sabe que tanto el placer como el dolor son aspectos duales y contrarios de una misma esencia: la vida. Al no huir del sufrimiento se está aceptando este. ¿Tiene sentido? En este instante no lo sé. Podría decir que todos los aspectos contrarios residen en la realidad universal, única, verdadera, esencial, y que todo intento de modificarla o de no hacerlo, sería un movimiento que inevitablemente también está contenido en el mar infinito de la Realidad, puesto que nada puede estar, según lo que comprendo, fuera de la realidad. Incluso las confusiones, puede que no describan adecuadamente la verdad de algo, pero sin duda ocurren verdaderamente.

Aquél que comprende, que vive de acuerdo a su comprensión, que no es ya afectado por el oleaje del mar de la vida, y además es capaz de comunicar su comprensión por diversas vías, no solo conceptuales, ese, es un realizado, un sabio y además un maestro. Aunque probablemente lo que él diga sobre esto es que no hay personas realizadas, ya que el hondo conocimiento y vivencia de lo real muestra que sólo el Ser es, uno sin segundo.

Aun así, quiero expresar que el que vive de acuerdo a la comprensión de ser conciencia es manifestación viva de la pureza de ser, y esta manifestación se puede tratar de describir como aquél de quien se desprende infinito amor y comprensión, compasión hacia todos los seres, capaz de mostrar creatividad en sus actos, belleza en su expresión, armonía que se siente a su lado, paz, fortaleza, seguridad, ecuanimidad… indescriptible felicidad que no se sostiene en nada que sea transitorio… son infinitas las expresiones puras y descontaminadas del Ser que se muestra sin sentido de separación egóica, en el que se han diluido los velos del ego.

Maria Luisa

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