El mundo es contacto, la
totalidad de todos los contactos es actualizada en la conciencia. Lo esencial,
como conciencia, se mueve y se le llama materia…
La formula de Sat-Chit-Ananda
(existencia-consciencia-beatitud), se mantiene desconocida si ignoramos qué es
Ser, si ignoramos vivir en el presente
activo y permanecemos sumergidos en la esclavitud de la memoria, la cual nos
proyecta, ya sea hacia el pasado o a su otra arista más demandante, que es
estar proyectado por la imaginación hacia el futuro, hacia el deber ser,
descartando el existir aquí y ahora; de ese modo permanecemos sumergidos en la
dualidad obsesiva. Ocasionalmente, escuchamos que se habla de salir de la
confusión del mundo, lo que constituye el caballito de batalla de muchas
corrientes espirituales, incluso algunas lo presentan como una alternativa en
la que no se abandona la libertad innata.
La conciencia, cuando se tiñe de
memoria y de expectativa, deviene en esclavitud. La experiencia pura no
tiraniza; en cambio la experiencia atrapada entre el deseo y el temor se
reconoce como impura dado que crea reacciones…
Lo que debemos tener claro es que
la manifestación es una actividad emitida por la conciencia y mantenida en el
universo, que es una forma diferenciada y diversa de todas las expresiones.
Ahora, cuando se provoca la realización del Si mismo, el mundo no deja de
parecer real, lo que se ha abandonado es la expresión dual y la cuestión
dimensionada por el sujeto y los objetos; el universo desplegado ante la
pantalla de la conciencia se sigue moviendo como una maravilla dejando de lado
cualquier expresión de finitud, y sus expresiones diversas son reconocidas como
movimientos de la conciencia en el hacer constante.
¿Por qué apresurarse? Mejor es
esperar hasta que los frutos estén plenamente maduros, dulces y apetitosos, y
no tomar el amanecer por el mediodía: una experiencia momentánea por la plena
realización. La humildad y el silencio son esenciales, lo plenamente maduro
permite la espontaneidad…
El que ha abandonado la
ignorancia está en la libertad, la cual nunca había perdido dado que siempre es
esencia pura. Por otro lado, la ignorancia de la naturaleza del Ser se compara,
usando un símil, con la de la identidad disgregada en una “mansión” en la que
hay muchos sirvientes pero no se reconoce un administrador. Los empleados han
olvidado sus obligaciones y ninguno quiere hacer lo que debe, todos pretenden
en cada instante ser los dueños, hay caos permanente y la mansión está dirigida
por la confusión y el desorden. Ante esta cuestión las partes más coherentes de
la identidad eligen un administrador provisorio debido a la inminente llegada
del propietario de la mansión. Esto se puede entender como lo que sucede en una
vida disfuncional: con desórdenes y conflictos egoicos; o en una vida
funcional: con el administrador provisorio.
Si no descarto el hábito que se
construye por el deseo, seguiré pensando que soy una persona que vive, que
siente, que piensa, que soy activo, que soy pasivo, que estoy satisfecho o
acongojado…
La mejor opción para que la
mansión sea regida por su dueño, el Si mismo, es cuando se tiene una vida
funcional, de ese modo el Si mismo se hace cargo de la identidad y es
reconocido como Ser Conciencia Felicidad.
Cuando se da el matrimonio de la
vida y la mente, con la presenciación plena por sí misma, es vivir en la
espontánea conciencia sin esfuerzo. Si mismo en expresión continúa viviendo
según sus predisposiciones (vasanas), incluso después que el resplandor no dual
se haga evidente, hasta que se termine el movimiento por inercia de la rueda de
las predisposiciones. R.Malak
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