Feliz Año y... ¿Qué significa conocerse a si mismo?



¿Qué significa conocerse a si mismo? Algunos creen que conocerse a si mismos es equivalente a conocer lo que hay en su interior, pero siendo este un término – interior - muy ambiguo, ya que es imposible encontrar un sitio en nosotros que podamos llamar interior, habría que revisar qué significa: “lo que hay en el interior”. También preguntarse, ¿el interior de dónde o de quién? Por otro lado se presume que se puede conocer uno a si mismo si presta atención a cómo hace las cosas, cómo piensa o cómo siente, ¿cómo? De antemano se suele suponer que prestando atención a ello podemos hacer modificaciones tales que nos hagan mejores, más precisos, más exitosos o capaces. Ante esto es entonces también necesario averiguar si hay alguna diferencia entre el cómo soy y lo que realmente soy… porque así como una nube es agua evaporada y luego condensada en preparación para precipitarse - pero siempre agua - la forma de la nube o el cómo es la nube (cúmulo nimbo, estrato, cirro, etc., o la forma que adquiere como conejo, ave, luna, cara) es muy cambiante. Del mismo modo, el cómo somos puede ser relativamente fijo por un tiempo, o en apariencia fijo, pero no se puede negar que tiende al cambio antes o después. Si el cómo soy cambia, entonces ¿significa que lo que soy no es fijo? Mucho se ha mencionado, y lo saben quienes han escuchado o leído a los sabios antiguos y actuales, que si algo cambia no es absolutamente real. Por eso, volviendo a lo inicial: ¿es cierto que conocerse a si mismo es conocer el cómo soy? ¿Podría decir de mí que no soy absolutamente real?

Cuando tenía cuatro años era una niña muy dócil, mis padres estaban encantados, claro, era fácil de criar y ellos sentían que tenían algo así como un premio a su saber hacer, quizás como si ellos me hubieran construido. Ha pasado algo de tiempo, unos 48 años desde entonces, y no parece que hoy en día pueda decir que me presento como niña ni como dócil, sino quizás muchas veces llegue a parecerles a ellos, a mis padres, como una piedra en el zapato. El cómo soy es sumamente variable, el humor puede cambiar como el clima, las emociones afloran al recordar historias o engancharme con las situaciones, el cuerpo, uf, qué decir, cada mañana al despertar es un suplicio comenzar a moverlo a estas alturas de su historia. Aunque cada vez más noto como las ideas tratan de definir lo que se me va presentando, como si poder especificar con precisión acerca de cualquier situación significara adueñarse de una verdad, es algo muy recurrente que la razón, el intelecto y la conceptualización destaquen una y otra vez en la pantalla de la conciencia algo así como letreros guía: por aquí si, por aquí no… como si el modo como se recorre un camino fuera algo fundamental. Pero un día alguna idea encaja mejor sobre una situación que otra idea que se tenía el día anterior. Así que las ideas, los pensamientos, son también muy cambiantes. Y me queda claro que nunca representan la verdad acerca de nada. El cuerpo, las ideas, las emociones, las historias que forman el pasado y la imaginación que dibuja un futuro, el clima, las formas del mundo, los sueños, todo, cambia, se transforma. En mi memoria se albergan construcciones y destrucciones, y puedo contar muchos relatos de una sola vida como si hubiera realmente transitado por ella.

En algún momento consideré también, como muchos, que había algo llamado “interior”. Recuerdo una noche, hace más de 15 años, que me quedé mirando fijo a los dibujos de una alfombra muy grande que cubría el piso de aquella que entonces era la sala de mi enorme vivienda, y observándolos, en procura de salir de las emociones muy intensas e incomprendidas que me albergaban, desee ser tragada por aquella alfombra, aquellos dibujos, tragada, sumergida… quería desaparecer en ella… transformar todo lo que pudiera estar componiendo lo que yo creía que era mi ser… quería “ver” mi interior, mi subconsciente, todo lo que se mantenía oculto pero estaba ahí. Mi recuerdo de aquello representa una situación sumamente intensa y fuerte, rememora instantes de apremio. Quería conocer mi interior. Desde entonces, y desde antes también, hubo una búsqueda de la Verdad. Primero comenzó con el deseo de mirar adentro, ya que lo que veía afuera no me dejaba nada claro. Luego fue quedando más comprendido que observando el interior (subconsciente) o el exterior (lo que los sentidos me informaban), descubriendo el cómo era yo (que ya aclaré que es cambiante)… no podía decir, por más alumbrado que quedara, nada cierto acerca de lo que verdaderamente soy.

Algunos maestros o apuntadores, terapeutas u orientadores, sugieren prestar atención a lo que pensamos, hacemos o sentimos, así como tomar conciencia amplia de todo lo que nos rodea, o que se alberga en el susodicho interior. ¿Para qué? Veamos el enfoque que esto puede tener a mi modo de ver.

En cuanto a la importancia de la atención es preciso comprender lo siguiente:
Conocer nuestra personalidad o el cómo somos a modo general, o reconocer las situaciones que nos motivan, sea cual sea el juicio que hagamos sobre ellas (buenas, malas, convenientes, desagradables), o reconocer los pensamientos o sentimientos que tenemos en un momento dado, ya sea a ratos o de forma constante, puede ser importante en una primera instancia, algo así como un primer paso en esta investigación. Entender cómo se forma constantemente nuestra postura y actitud frente a las situaciones y condiciones, como maneras de adaptación emocional o que definen nuestra apariencia de frente a las otras personas, es también importante, o relativamente importante en el proceso de correr velos que nos confunden la mirada. Entonces podremos dar el paso que es radical, viendo que lo más crucial y revelador es darnos cuenta, reconocer, comprender, que nada de lo que podamos alumbrar con nuestra atención - es decir, nada de lo que podamos comprender racionalmente o diferenciar conceptualmente, ya sea porque me diga que soy Sagitario, o de tendencia intelectual o emocional o combinada, o que pertenezco a una tipología sicológica tal o cual, o nada de lo que pueda sentir en un momento dado, o hacer, o especular - puede definir el origen desde donde esta atención nace…

Y aquí surge lo fundamental… ¿quién soy que me doy cuenta? ¿Quién está prestando atención?... si mi atención puede tomar nota del cuerpo, ¿de dónde surge esta atención?, ¿del cuerpo?, ¿del cerebro?, ¿de los ojos?

Lo que atiendo, una idea, una sensación, miles de ideas o de sensaciones… una explicación, una situación,… lo estoy conociendo, viendo, atendiendo… y cada cosa, pensamiento, situación, dura un rato… y luego cambia… algo nace, se transforma, muere… pero esto que soy, que observa y sostiene con su atención estas cosas, no se mueve, no nace, ni muere…. Lo que observo, lo que veo, puede ser un intento de definirme… pero, ¿cómo lo que es alumbrado puede representar fielmente el origen de la luz que lo alumbra?

Cuando trato de definir este ser, este yo, este mí, desde donde la luz surge, se hace obvio que cada definición está apareciendo ante mí, siendo alumbrado y destacado por mí… así…
nada puede definirme… lo que soy es indescriptible.

Soy, punto final…

He vivido muchas vidas en un solo transcurso del tiempo de este cuerpo. He construido y destruido, armado y desarmado… o podría decir, que he soñado muchos sueños que llevan un hilo conductor, mis edades, las edades de este cuerpo. Cuando tenía 4 años, cuando era adolescente, cuando me casé, cuando me gradué, cuando me divorcié, cuando viajé a la India, cuando me encontré con este y con aquél, cuando peleé y me reconcilié, actitudes, comprensiones, posturas falsas o auténticas, todo esto lo he estado viendo siempre desde el mismo sitio en que estaba cuando mis ojos se abrieron por primera vez al mundo… (aunque no tengo memoria de un momento como ese) considerando siempre que cuento el cuento de la vida de mi cuerpo como el hilo conductor de todas estas historias. Desde Mi observo las historias, o la sola historia, y todas las cosas con que me he ido definiendo, estos añadidos, son como decoraciones, máscaras, vestimentas usadas por un tiempo en algunos de los ramales de la vida transitada para darle sentido a los roles asumidos, y este tránsito, realmente, no es sino una sumatoria de recuerdos que solo pueden ser conocidos, recordados, siempre en el presente, ahora. Y aún más allá de eso, este ahora, como punto intermedio entre un supuesto pasado y un supuesto futuro, es como una diapositiva en una cinta fotográfica, que está siendo atravesada por la luz de mi atención… El origen de la atención, esta indescriptible belleza de este ser íntimo, fijo, inalterable, propio, Único… este origen de la existencia es… si algo puedo decir… eterno en el no tiempo e infinito en el no espacio, pleno y absoluto en Si mismo. Eternamente presente e infinitamente pleno en la capacidad de saber, conocer, alumbrar, como lo que ve y conoce pero no puede ser visto o conocido.

¡Feliz Año!, en este instante, esta diapositiva cuyo antes llamamos 2011 y cuyo después se apellida 2012. Llenándolo con toda la luz que este momento puede mostrar, luz que al impregnar el ahora, mi razón, el concepto, le da el nombre de Amor.

Maria Luisa

Comentarios

Juan ha dicho que…
El significado a la cita Deifica de conocerse a uno mismo la entiendo como : La posibilidad de saber con antelación de que manera voy actuar, sentir o decir ante una situación dada. El saber de que manera actúan los condicionamientos sin la mas mínima posibilidad de cambiarlos, me permite tener los pies sobre la tierra, desechar cualquier imagen sobre o infra_valorada irreal de uno mismo, de forma que no acabo proyectándolo como una sombra en el prójimo.

Esas son mis entendederas sobre el asunto de conocerse a uno mismo.

Mis mejores deseos para este nuevo año.
José Manuel ha dicho que…
Gracias por compartir esta reflexión en la que todos nos podemos sentir identificados.

Y sí, Amor es una buena palabra para nombrar lo innombrable y empezar un Año Nuevo.

Abrazos!!
Delia ha dicho que…
Feliz año María Luisa; aunque las palabras sólo señalan uno podría renegar de esa indigencia o también bendecir sus señales, si optamos por lo segundo se da la posibilidad de apreciar ese "interior" que finalmente aparece como un abismo. La magnitud de ese abismo es incalculable, se le escapa a la mente su sentido o finalidad... la búsqueda se hace innecesaria porque la acuciante necesidad del autoconocimiento se diluye...es entonces cuando reconocemos y apreciamos las señales que palabras, símbolos y mitos nos están enviando.
Felicidades hoy y cada día de vida. un abrazo.
Maria Luisa ha dicho que…
Gracias Juan... si, esas son buenas maneras de dar un sentido práctico a eso de comprender los condicionamientos. Buen año para ti también, un abrazo.
Maria Luisa ha dicho que…
Abrazos grandes Jose Manuel! Qué bueno eso: "todos nos podemos sentir identificados", y sí, es que la verdadera identidad (si es que podemos decir que tenemos identidad, porque , ¿idénticos a que? sería la pregunta, que se vuelve contradictoria cuando vemos que no hay dos)... es una y la misma para todos y cada uno... impersonal e indescriptible... qué intenso, ¿cierto? Empecemos este nuevo año con entusiasmo e inspiración, y a seguir el recorrido hasta que ya no se siga mas!!! (¿será posible eso?)
arianna ha dicho que…
Soy punto final.....me gusta

"conócete a ti mismo". Debiera ser como un llamado de atención a nosotr@s mismo@s, a reflexionar si realmente sabemos quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos.

Creo que nunca nos conoceremos, al menos yo no me conozco

Ha sido estupendo escucharte, gracias por sincerarte
un abrazo entrañable
Maria Luisa ha dicho que…
Querida Arianna, no te preocupes si no te conoces, hay una parte en el texto donde escribí que lo que soy es el que ve y no puede verse, el que conoce y no puede conocerse... lo que podemos conocer es lo que no somos, la personalidad, el cuerpo, lo que pensamos, hacemos y sentimos... lo que somos es lo que conoce todo eso... y tal como te gustó... soy, punto final... no importe qué... un abrazo grande y gracias
Maria Luisa ha dicho que…
Gracias Delia, felicidad en cada instante! Un abrazo cariñoso.