Realización es la Realidad permanente,
indescriptible, aunque podría mencionar que es Eso que acoge todo lo que
percibo, siento y pienso. Es permanente, eso también lo puedo decir, o sea, no
cambia ni se transforma en su esencia, mi esencia. Es invulnerable, no porque
no haya sentir, sino porque nada de lo que se sienta lo hace más o menos Ser… y
hablo de Eso, cuando es Esto.
Vamos por la vida sintiendo una vulnerabilidad
que nos hace temer. Estamos tan identificados con el cuerpo, que es muy
vulnerable, que creemos que lo que le suceda al cuerpo me sucede a mí. Es
natural todo lo que acontece en función de proteger al cuerpo, de ahí que el
miedo es un mecanismo de alerta para ello. Me veo con un cuerpo, me veo
sintiendo y temiendo y deseando y es tan evidente esta percepción que la tomo
como indicadora de la realidad de mi ser, de mi existencia. Volcada hacia fuera
olvido el origen.
Por otro lado hay instantes de dichosa
tranquilidad donde no me ocupo del acontecer en el sentido de que no me
pre-ocupo… como en una fluidez en que todo sucede sin necesidad de intervenir,
sin negar o rechazar y sin desear algo distinto a lo que es. Esos instantes
gloriosos nos suceden a todos. La mamá que amamanta a su bebé, en ciertos
espacios de esta acción, está en la dicha sin siquiera pensar en lo que está
sucediendo, sin juzgarlo ni nombrarlo. Lo mismo sucede con los amantes en el
arrebato de su atracción, donde sus cuerpos se unen y se mueven como una sola
ola del océano. El guerrero en la batalla, siendo héroe en acción, no tiene
espacio para pensar si lo que hace está bien o mal… y en ese instante de
arrebato no hay diferencia entre el éxtasis de ser y la acción que sucede. El
artista que está pleno en su obra en los momentos cumbres de creatividad no
necesita decir, yo estoy haciendo esto y me está quedando muy bien, y esto lo
pueden verificar los artistas… el cantante, el cocinero chef, el poeta, el que
atiende a los damnificados en las horas de catástrofe… el que ayuda al
compañero de excursión a salir de un atolladero… instantes dichosos porque no
hay separación entre la acción y quien la observa… no hay un juez.
Estos instantes son los que llamamos de
Observación sin juicio. Son momentos de verificación del sabor de si mismo, de
la observación o conciencia clara que está siempre sosteniendo todo lo que es
vivido, de la realización, es vivencia pura sin la intervención de una
identidad, de la construcción que he hecho acerca de lo que soy, sin
definiciones sobre mi. Estas no son necesarias para que la vida sea Vida… Es en
el interés del intercambio con otras personas, cuando quiero lograr algo
buscando mi propio beneficio, que me vendo.
Por ejemplo, me vendo mostrando mi currículum
de vida. Y para esto he trabajado intensamente, por años, con estudios,
trabajos, y actividades que he considerado que sumarán características
convenientes para describir el producto a la venta: yo. Atrapado en el
movimiento del costo-beneficio me convierto en esclavo de mis deseos de logro,
suponiendo que el éxito laboral, empresarial, académico… será dador de dicha,
de felicidad. Sin duda, al instante de recibir una medalla en la graduación
académica, hay dicha, porque el logro es sinónimo de alivio, ya se hizo, se
acabó, ya no hay que pensar en ello… ¿se entiende? Cuando no hay deseo de logro
se muestra la dicha. Pero cuando esta felicidad se sostiene en estos pequeños
momentos no se debe a que sea un producto, sino al contrario, se debe a que el
esfuerzo por construir identidad ha cesado por un momento. Quizás por un
instante fugaz no estoy pensando: lo logré. Esto de nuevo es observación sin
juicio…
Un partido de fútbol, un concierto de música,
una exposición de arte, un paseo por el campo, esquiar en agua, en nieve,
patinetear, el grito de guerra, el canto del que barre el piso, limpiar maleza
del jardín, preparar la comida, hacer tareas domésticas, llevar los niños al
cine, jugar, cantar, bailar, limpiar… mirar… Ser. Observación nacida de esta
presencia eterna… y a esto se le pueden sumar las ideas, las dudas, los
temores, las ansias… y también se le pueden quitar sin que la acción en si
misma se modifique. Observación plena… u observación llena de dudas y miedos,
ansias y molestias por lo que “me pasa” o “me pasó” o “me pasará”. Si me olvido de mi, me recuerdo de MI y esto
no es necesario ni pensarlo ni formularlo, ni siquiera pretender sentirlo… solo
acontece y se verifica en los instantes donde los pensamientos han pasado a
segundo o tercer plano, dejados de lado, silencio profundo que no ha sido
planificado, que no es un resultado, sino que es esta plenitud incendiaria que
está siempre presente como luz que alumbra, acoge, contempla, Es.
Maria Luisa
Comentarios
Gracias por comentar, me agrada esto que comentas: "cuando uno está en cualquier acción absorto, sin pensamiento, está UNO CON LO QUE HACES o EL SER CON EL HACER sin pensar"
Me has estimulado a escribir algo que pondré en el próximo post, así que te invito a leerlo :D un abrazo!