SE HA DADO

 
Hay capacidades y habilidades, como dones que se muestran  y despliegan en cada manifestación de ser.
Algunos el canto, la música, la pintura, las matemáticas, las relaciones humanas, la carpintería, esculpir, hacer cuchillos y espadas. El baile, la poesía, contar cuentos, cocinar, ordenar, construir y hasta destruir. Se han mitificado estas capacidades en dioses y diosas, deidades, musas, ninfas. La filosofía, amor a la sabiduría… las artes marciales. Expresión en movimiento de las capacidades y posibilidades de la esencia que es Conciencia. Conciencia que deviene en Hacer, Noúmeno que deviene fenómeno, lo Primordial se hace Verbo.

Estas expresiones, como dones, se dan en el ser que se ha presentado como hombre, mujer, niño, niña, bebé. Un instrumento evolucionado en cuanto a sus capacidades de procesar y producir los hechos que nacen de su arte de “venir a existir”. Esculturas, poemas, arquitectura, ciudades, programas electrónicos, diseños de arte publicitario, discursos, óperas, casas, barcos, objetos, algunos de gran belleza, otros de mucha utilidad, algunos completamente inútiles aunque atractivos por su impacto visual o táctil.

La fuerza y poder de emanación se manifiesta como objetos apreciados por los sentidos: escuchar, sentir con la piel, saborear, oler y ver.
Escuchar el canto de un pájaro o unas palabras amistosas, sentir el agua cálida del Mar Caribe, saborear un mango o un exquisito plato gourmet, oler el aroma de una Dama de Noche o un perfume de último diseño, ver un paisaje o la última película taquillera… o ver tus ojos y la profundidad que se muestra de tu alma silenciosa… que es la mía. Todo ello es mío, lo siento, percibo y disfruto. Hacer de la naturaleza y hacer del hombre.

Me he dado yo, te has dado tú, se han dado ellos, en esta sinfonía de expresiones del Si mismo, Uno Mismo, Único e indivisible en Realidad. Se da esta ópera de los muchos en un escenario llamado mi vida. Opertura y sus etapas hasta el Finale. En el justo descanso la emanación regresa a su fuente, una y otra vez, como una respiración.

Se da el cuerpo, con la magnífica disposición de los sentidos sensoriales, el sistema nervioso y endocrino, la estructura ósea, muscular y los tendones… todo ello un instrumento maravilloso que ocupo para moverme por el espacio. Se me ha dado la mente o capacidad discursiva que convierte mis percepciones en palabras, memoria e imaginación, pasado, presente y futuro, y se me ha dado la capacidad de sentir, sentimientos y emociones como placer intenso de alegría, fascinación ante la belleza de una música armónica o una puesta de sol, el miedo ante un peligro inminente que me alerta y me hace salir corriendo o proteger este cuerpo. Toda una instrumentación: el cuerpo, la mente y las emociones, un exquisito diseño con el que me he vestido para expresar mi propia emanación y percibirla, como mundo, como si este fuera otro ajeno a mi. Lo infinito de mi se hace finito y por medio del contraste de la dualidad (sujeto-objeto) disfruta sus múltiples formas objetivas y subjetivas.

Se ha dado a la luz de la omnisciencia presentarse aquí y ahora, como yo en el tiempo y el espacio, para poder disfrutar los infinitos colores del arcoiris de este universo que no es otro ni distinto de Si Mismo. Utilizar mi instrumento de expresión para disfrutar la propia manifestación de ser entre todo lo que es posible vivenciar con los sentidos, relacionar con la mente y experimentar con la emoción.

Lo esencial se mueve armónicamente hasta que ocurre el quiebre. La distorsión que se genera debido al apego a la identidad o ego que se ha ido formando en este desenvolvimiento de vivir. Se cubre la luz de ser, la belleza, la armonía, la creatividad, la inteligencia, el amor, con el velo de la identidad, con un yo creado por la mente, un yo que significa suponer que soy el instrumento, que se adueña del hacer y pretende adornarse con todos los méritos. Que se cree completamente vulnerable, ya que sin duda el cuerpo es mortal y la mente encapsulada en la memoria también es mortal. El miedo a su muerte lleva a que suceda la idea predominante de sobrevivir por encima de todas las cosas, y en el proceso de esto, acumular méritos y eliminar del camino lo indeseable. La ilusión de perpetuar y sostener el ego como si fuera algo real que me define. Se filtra la mirada de pura verdad, armonía y amor, por la centralización cristalizada, los lentes oscuros que hacen que el ego acontezca como un inmenso pegoste, cubriendo de lodo el brillo de un diamante que fue sumergido en el charco de la identidad.

Reconocer el ego y su aspecto funcional como medio de relacionarse socialmente, testificar todo esto sin involucrarnos, nos devuelve a la fuente original, a la gestión suprema que es Conciencia Pura… donde se quiera o no, ya somos lo que somos… se comprenda o no, eres el Si mismo, no el instrumento.

Ocurre la ilusión del velo o sombra que hace de la luz que soy, un reflejo de ser, que olvidando su Real naturaleza indescriptible, me identifico con el instrumento. Si se presenta miedo, temo que seré destruido, Yo… el Ser infinito indescriptible ¿cómo puedo ser vulnerable? Esta vulnerabilidad es parte o aspecto de mis formas, de la experiencia. Y es preciso que suceda esta ilusión para que se aprecie por contraste el descubrimiento, una y otra vez, de la libertad de ser, que quita el velo que lo cubre. Se des-cubre y valora, aún estando vestido con este cuerpo, la grandiosidad indescriptible de lo que Soy.

Maria Luisa


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