CERTEZA




Las cosas más ciertas son las que nos vienen de la experiencia directa. No es lo mismo creer algo que saberlo de primera mano por haberlo experimentado. Aun así, hay experiencias que suceden y luego son interpretadas, y muchas veces la interpretación no tiene nada que ver con el hecho en si mismo. Sin embargo, a mi parecer y entendimiento, es tan válida, o tan dudosa, una interpretación como un hecho… y comprendo que esto no es fácil de aceptar.

Apelo a la dulzura de lo real, ya que ante los hábitos de pensamiento resulta bastante crudo lo que veo para ser dicho. Confío en que la belleza de la verdad pueda primar como un fondo sostenedor de estas pronunciaciones. Así, con el centro abierto y las manos desnudas, me propongo dudar de cualquier premisa para que lo cierto se haga presente por si mismo.


Se supone que los hechos son los hechos, reales, innegables. Y en cambio que las interpretaciones están veladas por prejuicios, condicionamientos y más. Por ello se le suele dar validez a un hecho pero se cuestiona su interpretación. Aquí voy a dudar incluso de la realidad de cualquier hecho. Y la proposición es la siguiente: para que un hecho sea conocido, es preciso haberlo percibido, y para percibir se requieren ciertas condiciones de los sentidos de percepción. Puedo estar cierta de lo que he visto con mis ojos, y de todos modos puedo estar equivocada. A lo lejos, una figura puede ser una roca o un animal. La vista me puede engañar. Así, ¿cómo puedo estar absolutamente segura de que un hecho sea real?

Es evidente que a nivel cotidiano, el de la socialización que da por sentada la existencia de un mundo poblado por personas, se llega a acuerdos, consensos, por medio de los que lo que la mayoría ve o acepta se asume como cierto. Y es así como se diferencian hechos reales llamados realidad, de hechos ficticios relacionados con las apreciaciones de una sola persona o una minoría, que pueden diferir de lo consensuado, a las que se les atribuye la declaración de estos hechos como efectos de su imaginación. Pero esta investigación que propongo parte de la base de validar lo que experimento de primera mano: ¿qué es lo que yo veo?, ¿de qué soy consciente?, ¿hasta dónde puedo constatar lo que es real y lo que es ficticio?

Un hecho es percibido en un momento y al instante siguiente queda sólo como una referencia en la memoria. Sé que la memoria puede ser muy traicionera, las fantasías pueden envolver los recuerdos y colorearlos en formas muy elocuentes.


Con todo y esto, las percepciones resultan muy certeras al momento de capturarlas y aunque estén envueltas por la interpretación, sólo yo sé con certeza acerca de todo ello, tanto de lo percibido como de su interpretación. Es algo que nadie me puede quitar. Para hacer esto corto, lo que quiero decir es que yo y solo yo le doy realidad a lo que percibo. Solo yo acepto o rechazo, entiendo o dudo, siento, sé. Y esto es innegable. Nadie sabe por mí, nadie siente por mí. Por lo tanto soy la base de mi propia realidad. Es absoluto que soy y es absoluto que nada es conocido si no es por mí. Es la mente, como función diferenciadora que es subjetiva y relativa, la que le da sentido a cualquier percepción, ya que al instante de la escucha, no se sabe qué es lo que se está escuchando, luego es que se le da un nombre. Pero soy yo quien a su vez percibe la mente y la sostiene.

Profundizando más, se puede entonces sospechar acerca de la existencia de las cosas como separadas de mí pero no puedo sospechar acerca de que soy y soy consciente. Hilando fino, con atención nacida de lo más hondo, constato que aparte de mi, nada existe. ¿Quién es este "mi" a que hago referencia? ¿Una entre muchas personas? ¿Cómo sé de la existencia de las personas? Algo se está dando cuenta de todo, de las dudas y de las certezas, y eso lo sé. En este umbral de atención consciente donde todo ha sido cuestionado, donde ninguna respuesta conceptual es valorada, hay algo indudable: me estoy dando cuenta, aunque no pueda definir lo que soy y a pesar de que toda mi personalidad se haya diluido y las identificaciones hayan perdido pie. Entregada en este no saber cómo definir quién soy, me estoy dando cuenta y es indudable que soy consciente de que no puedo emitir un concepto acertado sobre lo que soy… mentalice o no, soy consciente y lo sé. No me puedo definir porque soy más allá de la mente y los conceptos, soy lo que los sostiene, lo que los ve y aquí aplica lo de que el ojo no puede verse a si mismo, y sin embargo más allá de eso, esta infinita presencia que soy sabe de si misma.


Se revela solo, por sí mismo…
No es la persona, como entidad, la que sabe, sino la conciencia eterna que realmente soy y somos. Como luz que mira por los ojos, siente por la piel, escucha por los oídos, observa los sueños, ve las fantasías y se da cuenta de las complicaciones mentales, así es este Ser, pleno, luminoso, no nacido. Ser Conciencia Felicidad…

Es infinitamente profundo como un océano este saber… en que se llega a comprender que ninguna experiencia, ni siquiera la vivencia, ni siquiera el presente... son reales por si mismos, sin embargo, esta comprensión es la puerta que se abre a la absoluta libertad… pues es sabido que nada hay que haga frágil o vulnerable al ser si mismo, y a la vez todo cobra sentido desde si mismo. Eres el creador, sostenedor y destructor de tu realidad.

Maria Luisa

(Imágenes de: Hengki Koentjoro)

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