Mirar Sin Telescopio

Descubro que lo que se mueve en la mente es dual, ya que la mente, como función, es un filtro que me permite apreciar por contraste. Es como mirar un paisaje y colocarme lentes de sol. Los hay de variados colores. Una vista en medio de la mañana clara podría parecer quizás un día nublado con unos lentes de tonalidad gris o podría parecer un atardecer con vidrios rojizos. En ese sentido, la mente, al igual que un lente filtrador de la luz, al clasificar, necesariamente se inclina a un lado y deja su contrario fuera, aunque latente. Por ejemplo, una circunstancia que es triste para unos, como perder un juego, resulta muy alegre y satisfactoria para el jugador contrario.

La mente es una función clasificadora y ordenadora que limita y define lo que percibo. Es una función en la conciencia. En la conciencia están contenidos los pensamientos, y de antemano no hay preferencias, pues ya están allí, y no hay modo de sacar lo que está en ella, pues, ¿para dónde lo tiraría? La Conciencia la comprendo como el gran continente, donde el universo se despliega y es visto como “mente universal”, según lo conceptúan algunos. Para mi es solo el río de la manifestación, de los contenidos siempre cambiantes, lo fenoménico, que como mente se mueven entre las riberas de los opuestos, incluyendo gustos y aversiones, placer y dolor, bien y mal.

La persona es la idea que tengo de mi. Cuando nació mi cuerpo, yo no tenía ninguna idea de mi. La mirada no dual me demuestra que todo está contenido en la conciencia. Todo. No en la conciencia personal, ya que la persona es el filtro, el telescopio, sino en la conciencia que es indefinida, indescriptible. Si no hay creencia o limitación conceptual de ser persona, hay conciencia plena que abraza todos sus contenidos por igual. Es plenamente gozosa en sí misma. La felicidad de ser conciencia. La conciencia de ser felicidad. Ser-Conciencia-Felicidad.

Maria Luisa

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